“…
—
¡Escóndanse en los casilleros! — nos ordenó Leo casi sin aliento.
—
Esto no es un maldito juego, Leonardo. ¡Estamos en la realidad! — Jeremi se
rehusó a obedecer, a pesar de que la herida lo estaba haciendo delirar del
dolor.
—
¿Aún dices eso con lo que te acaba de suceder? Como quieras, ¡Yo quiero vivir!
— y se escondió. Aquella presencia se sentía que se aproximaba cada vez más
hacia nosotros, y los cantos de niños se intensificaban. Me estaba volviendo
loca, Dios, ¡Basta ya!
— ¡Amanda! ¡Aquí! — Leo abrió un
casillero y corrí sin importar como Jeremi me fulminaba con su mirada. "Los cuartos
no son seguros" cité en conclusión en mi mente aún y con la poca
claridad que le quedaba. Esto está jugando de una manera macabra con mi mente,
y parece disfrutarlo.
…”
Amanda Carter,
estudiante del último semestre de periodismo en la UCB (Universidad Central de
Bennetixla), recibe la inesperada noticia de que uno de sus profesores fue
brutalmente asesinado el día previo que le tocaba dictarle clases. Pero el
hecho de que haya sido asesinado no era lo que más desconcertaba a Amanda, sino
la manera en que murió, pues le sacaron ambos ojos mientras al parecer, este
dormía, que luego gracias a la edad del mismo más la hemorragia, le causó un
paro respiratorio.
O eso
dicen.
Un caso misterioso, ni las mismas
autoridades pueden dar respuestas concretas al mismo. Esto a Jeremi le crea
cierta incertidumbre.
A partir de esa noticia los sueños se han
vuelto extraños, alguien te persigue y hace que desees despertar. Esto a
Leonardo le crea insomnio por las noches.
Llegó a la
facultad un profesor que genera cierto aire de misterio, Amanda y sus amigos se
ven obligados a cumplir una tarea que por más que desafíe su destreza como
futuros periodistas, desafía también sus habilidades para no morir en el
intento. Para Amanda ya no bastaba simplemente tratar de sobrevivir en sus
sueños, ahora tendrá que hacerlo también en la vida real. ¿O es acaso esta la
continuación de uno de sus sueños? No lo sabe. Sin embargo, ella siempre agradecerá
haber despertado cada mañana, ya que, tiene la certeza de que sus ojos siguen
en su lugar, y aquello no se los ha
arrebatado.
Por ahora.
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